martes, 21 de junio de 2011

Los investigadores del patrón


Por: Juan Cendales
Álvaro Uribe Vélez  definir su responsabilidad en los hechos de las “chuzadas” 

Se ha iniciado en Colombia la investigación al ex presidente Álvaro Uribe Vélez para definir su responsabilidad en los hechos de las “chuzadas” o escuchas ilegales que fueron realizadas durante su mandato en contra de opositores, periodistas, jueces y defensores de derechos humanos. Hechos ilegales ejecutados por el Departamento Administrativo de Seguridad DAS, organismo de inteligencia que depende directamente de la presidencia de la República. Por estos hechos varios altos ex funcionarios del DAS han sido condenados y su ex directora se asiló en Panamá y sobre ella pesa una orden de captura. Los informes de las escuchas tenían como destino el Palacio presidencial. Allí se utilizaban para saber qué pensaban y qué hacían los críticos y opositores de Uribe. Los agentes del DAS además de espiar tenían también la tarea de organizar planes de desinformación, saboteo y descrédito mediante acciones que buscaran acusarlos a opositores y críticos de tener vínculos con la guerrilla.


Estas acciones ilegales del DAS trascendieron las fronteras colombianas. En Europa el DAS creó una red de espionaje y seguimiento a refugiados políticos, activistas de la solidaridad y hasta contra parlamentarios europeos. Por estos hechos un juzgado en Madrid ha aceptado una querella contra el ex presidente Uribe y en Bélgica una comisión especializada de la policía investiga los hechos en este país en respuesta a otra querella allí presentada.

La investigación contra Uribe en Colombia la adelanta la Cámara de Representantes a través de la Comisión de acusaciones elegida por la plenaria del Congreso. Una comisión ciento por ciento gobiernista y donde está vetada la presencia de siquiera un delegado de la oposición. Históricamente esta comisión ha sido conocida como la “comisión de absoluciones”. Y en esta ocasión no podría ser de otra manera, dada no sólo su composición política, sino por la particularidad de sus actuales componentes.

El historial del triunvirato que “investiga” a Uribe produce risa. Aunque, la verdad, sería más aconsejable tenerles temor. Sus nombres no importan. Son personajillos. Importa conocer de dónde vienen y quiénes son sus socios y aliados. Son tres personajes procedentes todos de las aguas más turbias de la mafia empotrada en la política colombiana. De esa mafia que encumbró a la presidencia a Álvaro Uribe. Dos de ellos provienen del PIN, un partido formado en Bogotá mediante el cual los políticos encarcelados por sus vínculos con el narcotráfico y el paramilitarismo lograron mantener el control de sus votos llevando como candidatos a sus familiares o socios más cercanos. Hombres que en los líos que han tenido con la justicia tuvieron de abogado a quien hoy es el abogado de Uribe. Que apalearon a un juez que hace algunos años osó enfrentar el corrupto poder de uno de los hoy pomposos jueces.

La primera audiencia de este proceso ha sido todo un circo de mala carpa. Se pudo ver en directo por la televisión colombiana. Lo único rescatable fue la actitud de los abogados de las víctimas quienes esgrimieron sus primeros argumentos con coraje y dignidad. Uribe se dedicó a gritar y amenazar. Y a hacerse la víctima. Los juececillos sólo producían risa. Y rabia. Aunque en sus regiones siempre han inspirado temor.

Después de la audiencia que ha sido suspendida por varias semanas, Uribe salió a caminar varios kilómetros por la carrera séptima de Bogotá. Iba rodeado de sus fornidos escoltas, por supuesto. Y buscaba crear caos en el centro de la ciudad. Buscaba que lo aplaudieran y alabaran. No fue una caminata espontánea. Todo estaba calculado. Y lo aplaudieron y alabaron. Aunque también lo chiflaron y le llamaron paraco y asesino. Evidentemente fue una caminata electoral. Uribe le tiene ganas a la Alcaldía de Bogotá. No para él. Quizás. Pero sí desea controlarla mediante un acuerdo en el que juega el nombre de Peñalosa, del mal llamado Partido Verde.

Y esta es la crónica de la primera ronda de esta investigación en el que entre jueces e investigado no se sabe quién es el bandido peor.

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