viernes, 30 de noviembre de 2012

Simón Trinidad

Simón Trinidad y su hija
*Carlos A. Lozano Guillén

Las FARC-EP, en carta al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, le solicitaron el indulto de Simón Trinidad, uno de los diez plenipotenciarios de la organización insurgente en los diálogos de paz de La Habana, Cuba. Señalan que significaría un inmenso aporte a la paz de Colombia. Solicitud que hasta la fecha, el Gobierno Nacional no ha tramitado tal y como fue demandado por la guerrilla cuando designó a su Comisión de Paz. Los voceros gubernamentales se han limitado a decir que “es algo difícil”, aunque el fiscal Eduardo Montealegre dio un concepto en el sentido de que es posible lograrlo.



Simón Trinidad, condenado a 60 años, está confinando en una cárcel de alta seguridad de Estados Unidos, en las peores condiciones de cautiverio, distintas a los beneficios que tienen los paramilitares y narcotraficantes, que obtienen la libertad, inclusive, en pocos años.


La extradición y el proceso judicial en el país del norte fueron una especie de revancha de los gobiernos de Colombia y Estados Unidos contra las FARC-EP. Una vindicta de los dos prepotentes gobiernos para castigar a un combatiente revolucionario.


Al guerrillero lo juzgaron por tres delitos en un proceso amañado y colmado de irregularidades. Pocos testigos de la defensa fueron aceptados, mientras la Fiscalía presentó a delincuentes, desertores y politiqueros del uribismo, después encartados en actos de corrupción, para que declararan contra él. Sin embargo –y pese a la falta de garantías judiciales- el jurado no logró ponerse de acuerdo para sentenciarlo por terrorismo y narcotráfico, solo quedó en pie el cargo de retención de los tres agentes norteamericanos que estuvieron en poder de las FARC hasta la “Operación Jaque”. En la acción de las unidades de la guerrilla que logró derribar la avioneta espía y capturar a los tres agentes gringos, nunca participó de manera directa Simón Trinidad, pero el argumento de la fiscalía lo sustentó en su supuesta condición de miembro del Secretariado y por ende habría ejercido poder de ordeno y mando en la operación. Con las falsas declaraciones sustentaron la jerarquía de Trinidad que nunca ostentó; fueron suficientes para la decisión unánime del jurado.


A Trinidad jamás lo doblegaron. Ni siquiera con la muerte de sus amadas Lucero y adolescente hija, caídas inermes en un campamento bombardeado por la FAC, apoyada por la tecnología estadounidense. Su discurso ante el jurado, señalado de elocuente por el juez, fue un acto de dignidad y de rebeldía ante los verdugos. Estados Unidos ha hecho todo por la guerra en Colombia. Es el principal soporte de los militaristas de todos los pelambres. Tiene una deuda histórica con la paz de los colombianos, que aún puede saldar en parte, respaldando el proceso de La Habana y dándole la oportunidad a Simón Trinidad de ser uno de sus protagonistas.


carloslozanogui@etb.net.co

Edición VOZ 2667 semana del 28 de noviembre al 4 de diciembre de 2012

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