domingo, 14 de septiembre de 2014

Islas Galápagos, un pulmón de la humanidad


En Galápagos las tortugas deambulan libres y sin ningún peligro en su propio hábitat. Foto C.L.
 Por: Carlos A. Lozano Guillén

Las Islas Galápagos conforman un archipiélago que se encuentra atravesado por la línea ecuatorial en el Océano Pacífico, a mil kilómetros al oeste del Ecuador continental, conformado por 13 islas mayores, 6 menores y más de 107 islotes y rocas. Tienen una población de 25.124 habitantes, con superficie terrestre de ocho mil Km2 y superficie marina de 138 mil Km2. Las islas pobladas son San Cristóbal, Santa Cruz, Isabela, Floreana y Baltra. El Parque Nacional Galápagos representa el 97% de la superficie terrestre y la Reserva Marina es de 40 millas náuticas.

Desde 1832 la República de Ecuador tomó la posesión de las islas, venciendo el apetito voraz de las grandes potencias, en particular Estados Unidos, que aspiraban a quedarse con ellas por la vía de la ocupación o de la negociación ventajosa con el gobierno del país latinoamericano.


En 1835 fue visitada por el científico Charles Darwin, quien llegó a bordo de la embarcación H.M.S. Beagle y constató la riqueza natural de su variedad de especies, sustento fundamental para su teoría de la evolución de las especies, revelada por el naturalista en 1859. En Santa Cruz, isla más poblada de Galápagos, hay un parque con el nombre de Charles Darwin en honor al ilustre visitante, convertido en centro de investigación de las especies marinas de todas las Islas. Explican sus autoridades que las Islas Galápagos “mantienen varios hábitats con características propias, son sitios y refugios para alimentos y reproducción de distintos animales terrestres y marinos”.


El gran impacto


Apenas en 1934 fueron aprobadas las primeras leyes de protección de las islas y en 1959 fueron declaradas Parque Nacional, que abarca, como ya se dijo, el 97% de su superficie terrestre bajo estricta protección, cerrado a la inversión de transnacionales y a cualquier abuso contaminante con el argumento de la civilización y de la “necesaria infraestructura” para el turismo. Con mayor razón, durante la Revolución Ciudadana fueron cerradas las puertas a cualquier intento del capital de socavar esta riqueza ambiental y saludable pulmón del planeta.


En el marco de la política de Buen Vivir del presidente Rafael Correa fueron incrementadas las medidas de protección sin afectar la visita de miles de turistas que llegan cada año a conocer este patrimonio de la humanidad. Se estima que son 185 mil turistas los que llegan cada año, principal sostén de la economía local, seguida por la pesca artesanal y las artesanías. Por último está la agricultura sin mayor tecnificación; los productos naturales son cultivados de manera orgánica. La pesca artesanal está controlada con todo rigor para preservar las especies marinas. “Es un sector involucrado en la conservación de la Reserva Marina de Galápagos”, dicen sus autoridades.


En 1979 la Unesco la declaró Patrimonio Natural de la Humanidad; en 1985 la Unesco la reconoció como Reserva de la Biosfera; en 1990 el archipiélago fue declarado Santuario de Ballenas; y en 2001 la Unesco incluye a la Reserva Marina de Galápagos en la lista de Patrimonios Naturales de la Humanidad.


Orgullo nacional


El archipiélago de las Islas Galápagos, reserva ecológica de enorme magnitud, es un orgullo nacional para el pueblo ecuatoriano. Está poblado de nacionales y muy pocos extranjeros y su economía está incrustada en la dinámica del país. El costo de vida es más alto que en el continente, debido a que todo llega por vía aérea o marítima para satisfacer las necesidades de sus habitantes y visitantes.


El gobierno de Rafael Correa la cuida como a la niña de sus ojos. De hecho hay cuantiosas inversiones en vías de comunicación y en infraestructura, sin afectar para nada la biodiversidad ni la limpieza del parque natural. Mucho menos afectando el hábitat de sus especies terrestres y marinas. “Aquí los intrusos somos nosotros, por eso, la prioridad la tienen los animales, es su territorio”, opinan sus habitantes. A los lobos marinos, por ejemplo, se les encuentra por igual en el agua o durmiendo en una embarcación o descansando en una silla construida para los turistas que visitan este paraíso de la naturaleza.


“Existen 7.214 especies identificadas en Galápagos. Se estima que hasta el 86% de la biodiversidad descrita estaría ya inventariada. Hay un total de 3.089 especies marinas. El 30,8% de las especies de Galápagos son endémicas (originarias). Animales vertebrados comprenden 696 especies, el 10% de la biodiversidad insular. Invertebrados terrestres y de agua dulce representan el 32% de la biodiversidad. En la actualidad los invertebrados marinos representan el 31% de la biodiversidad marina”, explican los expertos.

En la mira del imperio


Las Islas Galápagos son fuente de riqueza en el Ecuador. Por esta razón están bajo protección de la política de Buen Vivir y de la Revolución Ciudadana del presidente Rafael Correa. Se busca preservar su riqueza ambiental y ecológica que es patrimonio de la humanidad. En el Parque Nacional no está permitida la construcción de complejos habitacionales, ni de multinacionales hoteleras y mucho menos la explotación de las transnacionales del imperio. Las leyes de conservación y armonía son rigurosas y la principal vigilancia la hacen los habitantes que con cultura ciudadana ayudan a controlar que nada altere el valor histórico y cultural de la riqueza natural.


Por su territorio deambulan las especies en su propio hábitat. Las tortugas gigantes, cuyo nombre llevan las islas, son uno de los principales atractivos, para propios y extraños. No hay punto de comparación con el capitalismo voraz que deteriora el medio ambiente sin Dios ni ley en función de sus intereses particulares, protegidos por los gobiernos plutocráticos.


Es la razón por la cual el archipiélago está en la mira de las grandes potencias. Los historiadores no se explican por qué España, durante la Colonia, no mostró interés por las islas. Son los Estados Unidos, según cuentan los cronistas, a mitad del siglo XIX, los que le proponen al gobierno de Ecuador la concesión para explotar las masas de guano, que por cierto no existían. Pagó tres millones de pesos por la concesión. Protestaron Gran Bretaña y Francia que tenían interés en las islas. Sin embargo, el naciente imperialismo estadounidense la convirtió en base para perseguir a barcos ingleses que navegaban por el Pacífico.


Es Estados Unidos, también, el que ocupa la isla de Baltra, durante la Segunda Guerra Mundial convertida en estratégico enclave para controlar el Pacífico y plataforma de acción contra su enemigo declarado Japón. La ocupa hasta 1946 cuando fue expulsado por el gobierno de José María Velasco Ibarra. Al abandonar la isla, los yanquis dinamitaron las instalaciones, incluyendo el aeropuerto. Precisamente en Baltra está en la actualidad uno de los aeropuertos ecológicos para llegar a Islas Galápagos desde el continente.


La lucha de Ecuador no ha sido solo para preservar el patrimonio de la humanidad, también por la soberanía nacional y la unidad territorial. Por eso la mayoría de los ecuatorianos dice que “habrá Correa para rato”.



Semanario Voz

No hay comentarios:

Publicar un comentario