viernes, 10 de octubre de 2014

Mirador: Uribe y el diálogo

 Por: Carlos A. Lozano Guillén

En la revista Semana que está en circulación, Daniel Coronell revela, con pruebas que no dejan la menor duda, que el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez, durante los dos periodos presidenciales, quiso abrir conversaciones y diálogos con las FARC-EP, acudiendo a los buenos oficios del economista Henry Acosta Patiño. En las misivas de Luis Carlos Restrepo se llegó a proponer el despeje de Pradera y Florida y sin que mediaran los inamovibles de los que tanto habló Uribe y que ahora esgrime en su defensa el senador Alfredo Rangel.



Es cierto. Uribe Vélez acudió a las gestiones de Henry Acosta al comienzo de su primer gobierno y al final del segundo. En el primer caso, como se conoce por la carta de Luis Carlos Restrepo, ahora prófugo de la Justicia, suspendió las gestiones que se estaban adelantando y se las trasladó al comandante Hugo Chávez y a la entonces senadora Piedad Córdoba, también despojados de esa responsabilidad en forma abrupta. Y en el segundo caso, como lo debe recordar Frank Pearl, fueron gestiones adelantadas a la carrera, a última hora, cuando fenecía el segundo mandato uribista y fueron las FARC-EP las que rechazaron la oferta porque no le vieron sentido ni tiempo.


No fueron las únicas gestiones. En 2006, el presidente Uribe Vélez y Luis Carlos Restrepo le solicitaron al ex ministro Álvaro Leyva Durán y al suscrito contactar a Manuel Marulanda, sin que condicionaran los eventuales diálogos a inamovible alguno. Las gestiones quedaron a mitad del camino por el fallecimiento del legendario jefe guerrillero. Después, Uribe y Restrepo no solo negaron que hubiéramos recibido esa autorización, sino que quisieron meternos a la cárcel.


Tiene razón Coronell: Uribe es un hipócrita, sin ninguna moral. Ahora ataca a Santos porque quiere “entregarle el país a los terroristas” y habla de “castrochavismo”, cuando él se apoyó en Chávez y Fidel y con Acosta hizo llegar la propuesta de diálogos en una zona de encuentro sin presencia del Ejército.


Lo anterior se conocía por revelaciones de este semanario y de otros medios, lo novedoso es que se divulga el nombre del “enlace secreto”. No sé si Henry, siempre tan discreto, autorizó a Coronell a divulgarlo o si se trató de una filtración de la Casa de Nariño. Pero la labor facilitadora salió del clóset.


En este sentido, y más que por el afán chivoso, el de reivindicar la persistente y silenciosa labor de Henry Acosta en favor de la paz, descubierta su identidad, sintiéndome liberado de mi compromiso de confidencialidad y secreto, destaco la gestión eficaz que realizó hace cuatro años para que se abrieran paso los diálogos de La Habana y que no se detuvieran a pesar de la muerte a mansalva de Alfonso Cano. Es un hombre de paz.


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